jueves, 5 de agosto de 2010

Nunca es tarde

     Nunca es tarde, me pareció un buen título para dar inicio a mi blog.  Me considero un novato ya entrado en la madurez de la vida (acabo de cumplir 52 años) en eso de pretender algún día ver publicado algo salido de los laberintos de mi mente.  Hace mucho tiempo, cuando ni siquiera pensaba en casarme y tener hijos, se me ocurrió la fabulosa idea de escribir la mejor novela jamás escrita.  Por supuesto, es la misma idea que por siempre ha animado a los escritores para salir del mundo real y entrar de lleno en el mágico mundo de la ficción, con todo los riesgos o alegrías que esto acarrea consigo.  En ese entonces no lo sabía, pero el asunto no resultó ser tan fácil como parecía.  Lo poco que llegué a escribir lo hice en una vieja Olivetti, de la prehistoria de las máquinas de escribir, cuyas teclas H y G invariablemente quedaban entrelazadas en un abrazo metálico que no las dejaba llegar a tocar el papel.  De aquellos momentos de mi juventud, sin embargo, guardo muy gratos recuerdos.  Todo era más sencillo, y cuando les cuento algo de aquello a mis hijos, estos terminan por preguntarme cómo pude sobrevivir tanto tiempo al márgen de la tecnología.  Pero, dejando a un lado las divagaciones, debo confesar que me sentí frustrado al recibir, de los editores que pude contactar, unicamente amables sugerencias que me animaban a no desistir en mis intentos.  Pero desistí.  Poco después quedé enganchado en la manilla de una puerta y en unos ojazos verdes, todo al mismo tiempo. En cuestión de tiempo estaba casado con la mujer de mis sueños.  Luego vinieron los hijos, y con ellos todo el bagaje de responsabilidad que aparace en letras pequeñas, en la última línea de tu contrato de vida.  Pasaron los años y, por arte de magia, pués de magia se trata, luego de treinta años de sequía, gota a gota reapareció el líquido que llena la copa que calma las ansias dormidas... he vuelto a escribir.  En Enero de este mismo año me senté en la mesa del comedor, con un bolígrafo y un grueso cuaderno, esperé unos segundos y ví asombrado como unas pocas palabras me arrastraban hacia el futuro: " En la Nada, antes del Todo que habría de venir, una voz que no era voz, habló:-"
     He completado ocho capítulos y me falta mucho para terminar. pero ni me preocupo ni me desespero.  Todo a su tiempo me dice la voz de la experiencia, y paso a paso digo yo.

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