martes, 16 de julio de 2013

Mi libro "Agua en la lluvia del amanecer" comenzó a venderse por Amazon.com

Ciudad Ojeda, 16 de Julio del 2013.


   
     Al cabo de tres años, no del todo exentos de altibajos, he vuelto a visitar esta página.  No la había abandonado... es que tenía otras cosas que hacer.  He tardado más de tres años, pero por fin he terminado el primer libro de una serie a la que le he puesto el nombre de: El Guerrero Ignoto.  Después de tan largo período de tiempo, por meses de días interminables, durante noches, madrugadas y amaneceres, en compañía de incontables tazas cargadas de buen café, por fin Abbi ha salido a la luz.  Desde ayer, 15 de Julio de este año 2013, Agua en la lluvia del amanecer, se encuentra en el aparador virtual de Amazon.com, en formato Kindle.  Me dijeron que podían tardar unas 48 horas en subir el libro para ponerlo a la venta, por ser en idioma diferente al inglés, pero tardaron menos de 12 horas en hacerlo.  He perdido la noción de cuantas veces he visitado la página en este día, tan solo para mirar la portada y pellizcarme para tener la certeza de que era cierto.  Orgullo por haber podido hacerlo, es cierto, pero sé que ahora comienza la parte más difícil de todo autor novel... que la gente se entere de que la novela existe, y de que se animen a comprarla.  Parafraseando una de las palabras claves del libro, amanecerá y veremos.  Hasta pronto.

                                                                                                                Giancarlo Orfanelli, escritor.


domingo, 29 de agosto de 2010

Cuando quiero llorar, lloro.

     Un par de meses atrás tropecé por casualidad con una antigua compañera de clases.  Los años la habían tratado bien, lo cual no parecía haber sido mi caso.  Tardé varios segundos en hacerme reconocer.  Cuando por fin su mirada pudo traspasar mi piel arrugada, mi corta barba canosa y mi incipiente calvicie,  junto a  una enorme sonrisa suya y un fuerte abrazo de mi parte,  nuestros mutuos recuerdos nos llevaron treinta y pico de años atrás en el tiempo.  A los cinco minutos nos encontrábamos charlando animadamente en una pequeña e íntima cafetería del centro de la ciudad.  Yo le relaté un breve recuento de mi calmada vida, linda familia y aburrido trabajo.  Ella lloró todo el tiempo. y me sentí culpable.  ¿Por qué lloras, amiga?, le pregunté.  Lloro de felicidad, me dijo.  Siempre he llorado, y siempre lloraré, me aseguró.  Lloré cuando nací, con la primera nalgada, continuó, y lloré el primer dia que fuí al colegio.  Lloré cuando una amiguita me pegó, y llore cuando le devolví el cariño.  Lloré cuando mi primera ilusión no me miró, y lloré cuando le di un puntapié para que no volviera a ignorarme.  Lloré cuando murió mi gatito, y lloré cuando me regalaron un perrito.  Lloré cuando terminé la primaria, y lloré cuando se terminaron las vacaciones.  Lloré cuando se divorciaron mis padres, y lloré cuando mi madre volvió a casarse.  Con mi madre lloré el dia de mi boda, y con mi primera ilusión, todavía mi marido, lloré en nuestra luna de miel.  LLoré al nacer mi primer hijo, y lloré cuando murió mi abuelita.  He llorado toda la vida, de alegría, de depresión o de tristeza, pero no me arrepiento de ello.  No me arrepiento de lo que he hecho y por lo que he llorado,  pero si puedo arrepentirme pore lo que he dejado de hacer, o por quién he dejado de llorar.   Logicamente nos despedimos con un fuerte abrazo, y con los ojos llenos de lágrimas.  Desde ese dia, cuando quiero llorar, lloro.

jueves, 5 de agosto de 2010

Paco el flaco.

     Paco aparece y desaparece como por arte de magia. Paco es pequeño.  A lo sumo tendrá unos doce o trece años, pero sus ojos le delatan:  es tan viejo como el primer hombre que pisó este mundo, y lleva sobre sus caidos hombros todo el peso de los errores de la humanidad.  Paco el flaco, le dicen los que le han visto.  La mayoría de las personas que con él se tropiezan, de su lado se apartan asqueados, sin volverle a mirar.  Paco es flaco, y pobre, y desnutrido, y enfermo.  Sus ojos son oscuros y sus facciones son las de los indios de mi tierra.  Posee unos muy blancos y grandes dientes de conejo, pero cuando él con ellos sonríe, sus ojos vuelven a traicionarle.  Paco no es feliz.  Paco vive en la calle.  Paco es un niño de la calle.  Paco no es su verdadero nombre.  No sé su verdadero nombre, y cuando se lo pregunto, dice que no se acuerda.  ¿Dónde naciste?, le pregunto.  Aquí, me contesta con tristeza.  ¿Y tus padres?  No sé, por allí, me dice.  ¿Tienes hermanos, chico?, quiero saber.  No responde, pero levanta los hombros. ¿Dónde duermes?, me intereso. No acepta más preguntas. Tengo hambre, me dice. ¿Quieres un pan?  No, quiero dinero, me aclara.  Con dinero compro olvido, y con olvido me conformo, termina.  Le doy un pan y espero hasta que se lo come todo. Paco se va, pero sé bien que volverá, una y otra vez, y otra vez.  La gente le dará olvido, y con olvido lo borrará, como se borra una mancha molesta de un traje de fiesta.  Paco está triste.  Hoy también el cielo está triste.

Nunca es tarde

     Nunca es tarde, me pareció un buen título para dar inicio a mi blog.  Me considero un novato ya entrado en la madurez de la vida (acabo de cumplir 52 años) en eso de pretender algún día ver publicado algo salido de los laberintos de mi mente.  Hace mucho tiempo, cuando ni siquiera pensaba en casarme y tener hijos, se me ocurrió la fabulosa idea de escribir la mejor novela jamás escrita.  Por supuesto, es la misma idea que por siempre ha animado a los escritores para salir del mundo real y entrar de lleno en el mágico mundo de la ficción, con todo los riesgos o alegrías que esto acarrea consigo.  En ese entonces no lo sabía, pero el asunto no resultó ser tan fácil como parecía.  Lo poco que llegué a escribir lo hice en una vieja Olivetti, de la prehistoria de las máquinas de escribir, cuyas teclas H y G invariablemente quedaban entrelazadas en un abrazo metálico que no las dejaba llegar a tocar el papel.  De aquellos momentos de mi juventud, sin embargo, guardo muy gratos recuerdos.  Todo era más sencillo, y cuando les cuento algo de aquello a mis hijos, estos terminan por preguntarme cómo pude sobrevivir tanto tiempo al márgen de la tecnología.  Pero, dejando a un lado las divagaciones, debo confesar que me sentí frustrado al recibir, de los editores que pude contactar, unicamente amables sugerencias que me animaban a no desistir en mis intentos.  Pero desistí.  Poco después quedé enganchado en la manilla de una puerta y en unos ojazos verdes, todo al mismo tiempo. En cuestión de tiempo estaba casado con la mujer de mis sueños.  Luego vinieron los hijos, y con ellos todo el bagaje de responsabilidad que aparace en letras pequeñas, en la última línea de tu contrato de vida.  Pasaron los años y, por arte de magia, pués de magia se trata, luego de treinta años de sequía, gota a gota reapareció el líquido que llena la copa que calma las ansias dormidas... he vuelto a escribir.  En Enero de este mismo año me senté en la mesa del comedor, con un bolígrafo y un grueso cuaderno, esperé unos segundos y ví asombrado como unas pocas palabras me arrastraban hacia el futuro: " En la Nada, antes del Todo que habría de venir, una voz que no era voz, habló:-"
     He completado ocho capítulos y me falta mucho para terminar. pero ni me preocupo ni me desespero.  Todo a su tiempo me dice la voz de la experiencia, y paso a paso digo yo.